viernes, 7 de junio de 2013

La peruana más amable responde a las felicitaciones y a las críticas

“Quiero que mi historia inspire a los jóvenes para que ayuden a los demás”, dijo a El Comercio Marisol Rodríguez Gamero
Desde que el pasado lunes Marisol ganara el concurso El Peruano más Amable, ha recibido felicitaciones, pero también críticas de personas que sin conocerla la han juzgado como oportunista. Hoy le toca responder.

En marzo de este año, Marisol guió a dos turistas suizos que viajaban en bicicleta a llegar sanos y salvos al aeropuerto.

— ¿Cómo conociste a los turistas?
Estaba en el cruce de las avenidas Brasil y Bolívar cuando estos dos extranjeros, Nathanael y Mathias Udriot, me pidieron ayuda. Ellos tenían mochilas, bultos y una maleta amarrada a sus bicicletas. Me preguntaron cómo llegar y me ofrecí a llevarlos hasta la avenida Colonial y de allí les indicaría cómo ir al Jorge Chávez. Antes de que los ayude, ellos habían preguntado a otras personas cómo llegar, pero les decían que vayan de frente.

— ¿No te dio miedo?
Sentí que eran buenas personas. Hablaban poco español. No sabían inglés. Tampoco tenían noción del lugar dónde estaban ni la distancia al aeropuerto. Mientras manejábamos me contaron que habían estado haciendo cicloturismo por las playas norteñas. Ese día regresaban a Suiza. Me cayeron muy bien porque les gustó nuestro país. Cuando llegamos a la avenida Colonial decidí guiarlos hasta el aeropuerto porque sabía que no llegarían solos. Recorrimos toda la avenida Faucett.

— ¿Habías viajado en bicicleta por avenidas como esa?
He hecho más de una hora por ciclovías, pero no con tantos carros.

— ¿Qué pasó cuando llegaron al aeropuerto?
Los dejé en la avenida. Viajamos una hora y media a paso lento porque el equipaje era pesado. Su sueño era venir al Perú. Me contaron que su hermana está casada con un peruano que les enseñó un poco de español y les contó de nuestro país. Estaban muy agradecidos. Me querían dar algo a cambio. Les dije que no era necesario, pero me dieron un mango. Lo acepté porque esa fruta no iba a pasar los controles del aeropuerto. Un peatón nos tomó una foto a los tres. Al final intercambiamos correos electrónicos. Nathanael estudió Arte y tiene un taller. Mathias trabaja en una fábrica. Ambos estaban felices de estar en el Perú.

— En las redes sociales cuestionan tu amabilidad. Indican que si no hubieran sido ‘gringos’ no los hubieras ayudado. ¿Es así?
Existe un compañerismo entre ciclistas. Hubiera ayudado a cualquier persona, no interesa su procedencia. Hace un tiempo asistí a un concierto donde ayudé a un ecuatoriano de 19 años. Al salir se dio cuenta de que le habían robado su dinero. Con unos amigos arequipeños, que conocí en este evento, juntamos los 200 soles que le hacían falta para regresar a Quito.

— ¿Quién te animó a participar en el concurso?
Fueron mis amigos los que se acordaron de mi historia y me animaron a participar. Pero no podía postularme sola. Otra persona tenía que ser mi promotora quien a su vez ganaría un viaje a Cusco y Tambopata. Entonces decidí escribirles a Nathanael y Mathias para que sean mis promotores y si teníamos suerte podrían visitar el Perú de nuevo. Pasaron dos semanas y recién me respondieron: “Ya te postulamos y vamos a ganar”.

— ¿Qué significa para ti ser amable?
Es ponerse en el lugar de la otra persona que necesita ayuda. Saber que alguien te puede dar la mano de buena gana con una sonrisa. Es una muestra de generosidad sin esperar nada a cambio.

— ¿Crees que el peruano es envidioso?
Los peruanos somos amables con los turistas peruanos y extranjeros. Lo importante es promocionar una cultura de amabilidad. Ellos pudieron ser peruanos, bolivianos, ecuatorianos y la historia sería la misma.

— Muchos creen que el concurso ha sido un fraude. ¿Qué opinas?
Cuando los ayudé, el concurso no existía. No esperaba un premio. No quería fotos. No me gustan las fotos. Pero ellos insistieron porque era su guía y querían un recuerdo. Cuando regresaba a casa sentí miedo porque había muchos carros y estaba sin casco. Ese mismo día me comí el mango y dormí como dos horas. Cuando le conté a mi mamá se sorprendió de lo que hice.

— Además en Internet comentan que ganaste porque trabajas en una entidad pública.
Soy practicante y recién he empezado a laborar. Cuando les comenté que estaba participando en el concurso lo tomaron como una cruzada de valores.

— ¿Te preocupan los comentarios?
No, pero una amiga me recomendó cerrar mi cuenta en Facebook porque había mucha mala onda y podían perjudicarme.

— ¿Por qué crees que el jurado te eligió?
No pensé que lo harían. Siempre creí que ganaría Delia Sañac o Eloy Vera. Gané un viaje a Paracas, Cusco y Tambopata. Pienso compartirlo con mi mamá. Hace unos días me preguntaron si participaba por el dinero. Creo que el sentido del concurso no es el monetario.

— ¿Por qué siempre vemos el lado negativo?
Creo que eso pasa más en las redes sociales. La gente comenta sin conocer a las personas. Los seis finalistas hemos ganado distintos premios de los auspiciadores. Estoy feliz por el reconocimiento. Quiero que mi historia inspire a los jóvenes para que ayuden a los demás.

Marisol Rodríguez Gamero
“Tengo 23 años. Soy chalaca. El Ministerio de Comercio Exterior y Turismo me premió en la noche del lunes como la ganadora del concurso El Peruano más Amable. Estudié la carrera de Derecho en la Universidad Católica y trabajo como asistente legal en Osinergmin. Además, soy aficionada al ciclismo. Me iba a la universidad en bicicleta porque en combi llegaba muy tarde. ¿Una virtud? Ser paciente y generosa con mi tiempo. ¿Un defecto? Creo que soy perfeccionista con mi trabajo. Confieso que no me gusta que me tomen fotos”.

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