jueves, 12 de enero de 2012

La aventura del cebiche

Somos un país conocido por su buena cocina, por su buena sazón. Todos hemos saboreado, por lo menos una vez, comida de las tres regiones del país. La gente puede hacer barra por distintas camisetas, a unos gustarles el reagge y a otros la salsa, algunos quedarse en su depa a ver tele y otros salir a tonear toda la noche, pero en lo que todos estamos de acuerdo es que la comida peruana es un éxito en todo el mundo.

Con mis patas decidimos hace unos días elegir el mejor cebiche de Lima y visitamos varios distritos buscando al ganador, al final no elegimos uno en especial porque todos estaban buenazos, con abundante pescado fresco, un buen punto de limón y sal, su camotito y choclito más, y el picante que estaba en lo justo.

Es que estamos acostumbrados a comer cebiche del bueno y lo encontramos por donde vamos: en tu casa, en la playa o en un cómodo restaurante y no necesariamente todos están preparados con la misma receta. Por ejemplo, el cebiche de Tumbes, Piura, Chiclayo o Trujillo se diferencia mucho del cebiche de Pisco, Cañete o Lima. Y ni hablar del cebiche en Arequipa, Moquegua y Tacna, son totalmente distintos pero todos igual de ricos.

Yo que estoy acostumbrado al cebiche norteño, no dejo de extrañar los que se preparan en Pimentel, Huanchaco, Paita, Lobitos, Zorritos o Máncora. Son cebiches de mero, lenguado, robalo, corvina o cabrillón con un sabor y una sazón inconfundibles, que se comen hasta dejar limpio el plato.

El sur también tiene lo suyo y presenta una gran variedad de pescados y mariscos que les permiten preparar una excelente carta de cebiches, sudados y jaleas para las delicias de todos los visitantes que llegan hasta allá.

Y es que la cocina peruana es más que una moda, es el resultado de toda una tradición de cocineros mestizos que han mezclado sabiamente sus ingredientes para conseguir platos sabrosos y contundentes, como le gusta al peruano, rico y bien taipá ¡Buen provecho!

miércoles, 11 de enero de 2012

La salsa de Willie Colón

Aunque algunos no se ponen todavía de acuerdo sobre el origen de la palabra “salsa” lo cierto es que para los seguidores de este caliente ritmo no importa cómo se llame, lo único que cuenta es bailarla y disfrutarla al máximo.

Me declaro fanático de la salsa e hincha número uno de Willie Colón, un músico nacido en Puerto Rico pero criado por su abuela Antonia en el Bronx, en Nueva York, que en sus 43 años de vida artística ha logrado producir igual cantidad de álbumes, todo un récord para la salsa.

Colón es un virtuoso de la flauta, el clarín, la trompeta y principalmente del trombón, que acostumbra tocar en una versión especial que en lugar de varilla emplea pistones. Cuando solo tenía 17 años, fue uno de los gestores de la Fania Récords, junto a Jerry Masucci y Johnny Pacheco, grabando su primer álbum en 1967, junto a Rubén Blades, titulado “El Malo”.

Dos años antes había formado pequeñas bandas musicales que pretendían competir con grandes maestros de la música latina y caribeña como Eddie Palmieri, Charlie Palmieri, Tito Puente, Larry Harlow y Ray Barreto, quienes a su vez habían recibido una clara influencia de músicos cubanos y puertorriqueños.

Como cantante, compositor y arreglista, el gran mérito de Colón ha sido lograr fusionar con éxito ritmos como el funk, pop, rock, jazz y soul con ritmos latinos antiguos y tradicionales como la pachanga, la guaracha y el chachachá, a los que además le pone los ritmos oídos en la cuna materna como la música jíbara, la bomba y la plena.

A sus 61 años, Willie Colón sigue manteniendo intacta su calidad musical y viaja por el mundo deleitando a sus fieles seguidores. Junto a su orquesta conformada por excelentes músicos, nos regala grandes temas llenos de sabor y la cadencia que lo caracterizan desde siempre. ¡Grande Maestro!