Mostrando su mejor atención y ofertas especiales en este día de celebración, muchas pollerías abrieron antes de su horario habitual y en poco tiempo lucían repletas de comensales. Las reservas hechas en la víspera e incluso con varios días de anticipación contribuyeron a ello.
Además de atender a los consumidores en sus propios locales, muchas pollerías que ofrecen servicio delivery a domicilio tuvieron alta demanda. Muchas personas que no encontraron mesas disponibles optaron por comprar el pollo a la brasa y llevarlo para degustarlo en casa.
En su presentación clásica, acompañado de crocantes papas fritas y ensalada, o como parte de una parrilla en la que comparte espacio con anticuchos, morcillas, chuletas y chorizos, el pollo a la brasa, doradito y suavecito, deleitó millones de paladares impacientes por probarlo.
A diferencia de otros platos emblemáticos de la gastronomía peruana, el pollo a la brasa gusta a grandes y chicos, y se puede degustar de día o de noche.
En su versión original este potaje, creado en la mitad del siglo pasado, consistía en el pollo cocido en brasas de carbón y marinado solo con sal para luego servirse con papas fritas y degustado directamente con las manos.
Sin embargo, hoy en día esta comida se sirve con cubiertos, pues también se acompaña de ensalada fresca o cocida y salsa de ají.
Otras versiones de su preparación incluyen aderezo de ají panca, sillao, huacatay, sal pimienta, y otros ingredientes especiales que algunas pollerías guardan celosamente para preservar su autenticidad.
La fama del pollo a la brasa ha trascendido las fronteras del Perú y hoy está presente en muchos países de Sudamérica y Centroamérica, así como en México, Estados Unidos, Canadá y en países lejanos como España, Italia y China.
En el año 2010 se instituyó el tercer domingo de julio como el Día del Pollo a la Brasa, con el fin de promover su consumo y por la preferencia e importancia que tiene este plato dentro de la demanda gastronómica de la población peruana.
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